En los últimos años, términos como «cultura de dieta» han ganado relevancia en conversaciones sobre salud, bienestar y autoestima. Pero, ¿qué significa realmente y cómo nos afecta?

¿Qué es la cultura de dieta?

La cultura de dieta es un sistema de creencias que valora la delgadez por encima de otros atributos y asocia el tamaño corporal con el éxito, la salud y el valor personal. Está tan arraigada en nuestra sociedad que muchas veces pasa desapercibida, camuflándose en frases cotidianas como:

«Tengo que compensar lo que comí ayer.»

«Ese alimento es un ‘placer culposo’.»

«¿Ya probaste la nueva dieta que está de moda?»

Este fenómeno no se limita a las dietas estrictas o las modas pasajeras; es una mentalidad que afecta cómo vemos nuestros cuerpos, cómo comemos y cómo percibimos la salud.

Características de la cultura de dieta

Idealización de la delgadez: Promueve la idea de que un cuerpo más delgado es más deseable, saludable y digno de admiración.

Moralización de los alimentos: Clasifica la comida como «buena» o «mala», lo que genera culpa al disfrutar de ciertos alimentos.

Promoción constante de dietas: Normaliza el ciclo de empezar, abandonar y buscar una nueva dieta como parte de la vida cotidiana.

Desconexión del cuerpo: Nos enseña a ignorar señales naturales como el hambre o la saciedad, priorizando reglas externas.

Exclusión y discriminación: Relega a las personas con cuerpos más grandes a un segundo plano, perpetuando la gordofobia y el estigma corporal.

Impacto en nuestra vida

La cultura de dieta no solo afecta nuestra relación con la comida; también tiene profundas repercusiones emocionales, sociales y físicas:

Autoestima y salud mental: Genera inseguridad corporal, ansiedad y hasta trastornos de la conducta alimentaria.

Relaciones sociales: Nos desconecta de disfrutar la comida y las experiencias compartidas por temor a «romper la dieta».

Bienestar físico: Dietas restrictivas pueden causar déficits nutricionales, problemas metabólicos y perpetuar un ciclo de peso fluctuante, conocido como efecto rebote.

¿Cómo podemos luchar contra la cultura de dieta?

Reeducarnos sobre la salud: La salud no está determinada únicamente por el peso corporal. Factores como la genética, el estilo de vida, el sueño y el manejo del estrés son igual de importantes.

Abrazar la alimentación intuitiva: En lugar de seguir reglas rígidas, aprender a escuchar las señales de hambre, saciedad y placer que nos da nuestro cuerpo.

Diversificar nuestras fuentes de inspiración: Seguir cuentas, leer libros o consumir contenido que celebre la diversidad corporal.

Cuestionar mensajes sociales: Reflexionar sobre cómo las normas culturales influyen en nuestra percepción y desafiar las narrativas que refuercen la idea de que «solo hay un tipo de cuerpo ideal».

Fomentar conversaciones críticas: Hablar abiertamente sobre estos temas ayuda a desmantelar estigmas y normalizar la aceptación corporal.

La cultura de dieta es un sistema dañino que nos afecta a todos, incluso a quienes no seguimos dietas. Cuestionarla no significa abandonar el cuidado de nuestra salud, sino redefinir qué significa realmente cuidarnos: honrar nuestro cuerpo, valorar su diversidad y elegir el bienestar por encima de los estándares sociales.

Hagamos espacio para una relación más sana con la comida, nuestros cuerpos y nuestra salud. ¡El cambio comienza con nosotros!

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